No nos vengamos arriba que eso de la felicidad no es tan sencillo, tiene su guasa.
Desde Platón a Wittgenstein multitud de mentes bien superdotadas han intentado descifrarla y dar recetas para alcanzarla. Pero lo han hecho con un éxito, digamos que desigual. Eso por no hablar de los kilómetros de estanterías dedicadas a la autoayuda, el crecimiento personal, la plenitud, el coaching, las terapias... todos rascando, y quizá sólo unos pocos donde realmente pica.
Aunque, ahora que lo pienso... Platón nunca vino a la Sierra de Huelva. Que lo mismo su mito de la caverna tendría una redacción distinta si hubiera conocido la Gruta de las Maravillas. ¿Y Wittgenstein? Lo siento pero no puede hablar de la felicidad quien no ha probado el jamón ibérico, Don Ludwig a ese estudio le faltan datos.
Cristina Fernández no ha estado en los púlpitos de Cambridge ni en la Atenas de cuatro siglos antes de Cristo pero cuando le pusimos el desayuno en su mirada había algo, no sé cómo llamarlo. Sí, qué demonios: felicidad.
Si le preguntásemos a la gente qué les ha hecho más felices, el Tractatus Logico-philosophicus o la Guía Repsol, me temo que la respuesta sería que la guía Repsol. Tengo por cierto que no les ha proporcionado por si sola la auténtica y genuina felicidad, pero les ha dado direcciones y teléfonos donde conseguir auténticos y genuinos pellizcos de la misma. Don Ludwig, Don Platón, me temo que esto es irrefutable.
Bueno, pues según la Guía Repsol, Finca La Fronda es uno de esos lugares. Esto pone una responsabilidad grandísima en nuestros hombros, porque si bien, nosotros pensábamos que lo era, nadie lo había puesto negro sobre blanco hasta ahora.
Haremos lo que podamos y si tú quieres leer el artículo completo, aquí lo tienes.
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