Una velada, una cena en compañía de buena música, es algo a lo que no tenemos que renunciar en la sierra.
Finca La Fronda nos ofrece, además de una experiencia única en un entorno rural, un espectáculo verdaderamente distinto. Reserve ya llamando al: 959 501 247
Finca La Fronda es uno de esos lugares donde el tiempo se ralentiza, entonces las tareas súper urgentes empiezan a hablarte más bajito, la agenda de trabajo es una cosa que olvidaste encima del escritorio, el teléfono como tirano inmisericorde ha sido defenestrado y puedes hacer cosas estrafalarias, extravagantes y con un puntito inconfesable como leer, escribir un rato, mirar un atardecer o escuchar un poco de música en directo.
Hay que visitar de vez en cuando templos mundanos como la Fronda para acordarnos de que lo de fuera es a menudo ruido, que la música vive, casi siempre, dentro. Y hablando de música, y de buen comer y de si se pueden combinar ambos. En La Fronda lo hacen cada sábado con su Cenando Canciones, ergo sí, se puede.
¿Qué tienen en común una canción y una receta? Que ambos pueden trasladarnos en el tiempo y en el espacio utilizando las líneas aéreas gratuitas de la memoria. Sin pedir permiso a nuestra consciencia podemos aparecer en la mesa de nuestra abuela, o en un pueblo de Francia, Una melodía puede trasladarnos a un instante, ese en el que de pequeños escuchábamos a una vecina tararear por el patio de luces, o en una fiesta sujetábamos un vaso de tubo víctimas de la caprichosa puntería del arquero cupido.
Cenando Canciones es un espectáculo con cena en el que el público elige las canciones que se interpretan, en el momento, en directo, a piano y voz. Único, original, usted no ha visto antes nada igual, podemos asegurarlo. Rivilla, un tipo con pocos pelos en la cabeza y ninguno en la lengua, es el performer que acepta el reto de cocinar cada noche un menú distinto, elegido entre más de 150 platos, o debería decir canciones. Para ello usa dos armas propias (la voz y el piano) y una prestada: la memoria musical y emocional de los comensales.
Cada asistente va pidiendo una canción del menú: La movida, cantautores, broadway, jazz, boleros, copla, las barreras entre los estilos son superfluas porque aquí se trata de canciones, de emociones, y de humor. Tenemos que confesarlo, y no queremos hacer un spoiler, es un espectáculo divertido. La partitura no estaría completa sin unos entrantes, un primer plato, un segundo plato y un postre, escritos, compuestos y afinados por el cocinero Alec Wordsworth. La sala no vibraría igual sin la batuta de Cristina Wordsworth, que se encarga de que cada movimiento entre justo en el instante preciso.
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